martes, 26 de abril de 2011

¡Me cantan MENTIRAS!

No sé escribir alegrías, 
Tampoco sé si se escriban...
Tampoco sé si deban escribirse,
Tampoco sé si quieran ellas que las escriba... 
Lo único que tengo es un punto final... ¡y las mato!

La siento venir, se hospeda en mis vellos,
Se desliza misteriosa en mis pies,
Se cuelga en mi cuello, ¡me miente en los labios!
Y yo... yo la aborrezco, y le escupo en la piel...
¡Sonrío sus lágrimas, camino sus abismos,
habito sus soledades, respiro sus cansancios!
... pero me vence.

Me sabe vulnerable y empieza a poseerme,
Mientras estoy parada frente a ellos, ¡no le importa!
Ellos, que aplauden mi martirio,
Ellos, que presencian mi entrega,
Ellos, que disfrutan mi rostro debilitado,
... Y yo... yo no hago más que seguir cantando...

Y empieza a invadirme otra vez,
Basta sólo un sonido, y ella vuelve implacable,
Me abunda en mis deshonores, 
Domina mis gestos, 
Domina mis labios, que se curvan ligeros,
Domina mis párpados, atándose a mis pestañas,
Domina mi piel, que brinca en multitudes... y por multitudes.

... Es entonces cuando sé que no puedo escribir alegrías,
Puedo vivirlas, puedo hasta tolerarlas,
pero sólo soy de ellas, cuando me destruye frente a ellos,
y me vuelvo un cadáver aplaudido, aclamado... 

... Y yo... yo no hago más que seguir cantando...

viernes, 1 de abril de 2011

Ella sólo tolera...

Ella,
Con el temblor de su llanto,
Con la furia de su fantasma,
Con su saber suicida,
Cae vacilante a su tumba.

Mi piel no toca su cuerpo,
Mis labios no se humedecen de ella,
Mis ojos no la conocen,
Mi llanto aún no la pensó lujuriosa.

Ella,
Impotente a su desdicha,
Vuela por las calles de su oscuridad,
Enloquece por momentos, sólo por momentos,
La violan todos y desmaya en su cuerpo.

Los buses pasan,
La gente camina, como si la muerte fuera rutina,
El viento, Oh el viento, culpable de su tormento, corre sin culpa alguna,
Ella, muerta en todos… y en todo.

Muerta en la calle,
Muerta en la piel, en las pieles,
Muerta en la rama más alta de la vereda,
Muerta en los parabrisas que la ultrajan por minuto,
¡MUERTA! ¡MUERTA! ¡MUERTA! ¡MUERTA! ¡MUERTA!
Y la genta camina, como si la muerte fuera rutina.

En unas horas, su cuerpo se extinguirá,
Las calles se secarán de su sangre,
Algunos la correrán a escobazos,
Otros caminaran sobre ella,
… Y ella, tan callada, tan ausente, sólo tolera.

En el próximo invierno, será igual,
Morirá día tras día,
Sus rayos y truenos serán testigos de su velorio,
Y ella muere, húmeda y mutilada,
Siendo lo que siempre, una simple lluvia de estación.

… Y la genta camina, como si la muerte fuera rutina.