y empezar a leer tu sonrisa
en una sinfonía de partituras sin pentagramas
para perderme en el color opaco del contorno de tu nariz..
Y morir.
Llueve, y yo apenas puedo construir cadenas sobre gotas hechas,
las escucho bailar en el cielo
y las detengo con el viento de mi cuerpo,
Me ahogo en el destino de tus llagas y grito. No me escuchas. Jamás.
La tormenta se ha calmado,
Yo sigo escuchando truenos.
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